Wednesday, August 20, 2014

Reseña: El continente olvidado


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por Juan Carlos Hidalgo
Juan Carlos Hidalgo es Analista de Políticas Públicas para América Latina del Cato Institute.
El Continente Olvidado: La Batalla por el Alma de América Latina 
(Forgotten Continent: The Battle for Latin America)
Michael Reid
New Haven and London: Yale University Press, 2007, 384 pp.

América Latina ha sido ignorada por el mundo desarrollado durante la mayor parte de esta década. Por lo menos esa es una queja recurrente por parte de líderes y especialistas en la región. La atención de los países ricos se ha volcado al terrorismo en el Medio Oriente y a la pobreza de África, mientras que las necesidades y los conflictos urgentes en América Latina permanecen sin atención alguna.
Juzgando por el título de este libro, Michael Reid, editor de la sección de las Américas deThe Economist, parecería seguir la misma línea argumentativa. Sin embargo, él presenta una reseña optimista de la región y sus prospectos al futuro. Asevera que a pesar de ser “en gran medida ignorada por el mundo externo, la mayor parte del “continente olvidado’ se está moviendo hacia reformas democráticas, aún cuando eso está en juego en algunos lugares”.
Reid conoce bien la región. Por casi tres décadas ha estado en el campo del reportaje. Él posee la inusual característica de ser un local y un extranjero, habiendo entrevistado a muchos líderes latinoamericanos a lo largo de los años pero también habiendo pasado tiempo en lugares tales como las barriadas de Lima o las montañas del sur de México. Su trabajo se beneficia inmensamente de eso.
Reid argumenta que la democracia finalmente se está afianzando en la región. A pesar de los retrocesos debido al auge del populismo representado en países tales como Venezuela, Bolivia y Ecuador, parece que está emergiendo un consenso en América Latina que favorece políticas macroeconómicas responsables y gobiernos constitucionales representativos. En gran parte gracias a las reformas de mercado implementadas en los noventas—el muy condenado Consenso de Washington—la región ha disfrutado de varios años de un robusto crecimiento económico que, a diferencia de los episodios anteriores, parece ser sostenible y estar beneficiando a las masas. Este crecimiento ha tenido varias consecuencias, incluyendo la emergencia de una clase media socialmente ambiciosa y fundamentada en una economía privada pujante, en lugar de en el empleo público. El futuro de los países latinoamericanos como democracias liberales de mercado depende principalmente de la consolidación y fortalecimiento de esta clase media. 

No obstante, hay serios retos que todavía enfrenta la región. La pobreza afecta a 36 por ciento de la población. El desempleo y el crimen encabezan las encuestas como las principales preocupaciones de los latinoamericanos. Pero según Reid, la desigualdad es el más importante obstáculo para consolidar la democracia. Él indica algo importante: Latinoamérica es la región más desigual del mundo, y el populismo autocrático parece florecer en aquellos países en los que las masas se sienten excluidas de los beneficios del crecimiento económico. Este descontento luego explota en las urnas con la elección de personas como Hugo Chávez y Rafael Correa.

Desafortunadamente, Reid exagera las consecuencias negativas de la desigualdad y falla en reconocer adecuadamente algunas de las razones por las cuales esta persiste. Por ejemplo, menciona positivamente un “nuevo consenso” respecto a que la desigualdad extrema es en sí un obstáculo para el crecimiento económico. Reid no menciona el caso de Chile, que tiene tanto la distribución de ingreso más desigual de América Latina así como también la economía con mejor desempeño.
Reid admite que la falta de derechos de propiedad y los obstáculos para formar parte de la economía formal crean serios problemas que necesitan ser resueltos. Reid cree, sin embargo, que el camino hacia la “igualdad socio-económica” será construido mediante acciones decisivas por parte del Estado, tal como una reforma agraria efectiva, más y mejores servicios públicos—educación y salud—, y programas de transferencias de dinero condicionales similares a aquellos implementados en México y Brasil. Él reconoce que los sistemas de educación y salud públicos son fracasos totales sin sugerir ninguna sugerencia convincente. Reid inclusive llega a decir que la característica más decepcionante del populismo no son sus políticas empobrecedoras o su dependencia de medios autocráticos (aunque menciona estos) sino su fracaso en atacar seriamente la desigualdad.
La desigualdad es un problema hasta el tanto aquellos que están en el fondo de la pirámide son excluidos del sector formal de la economía y no tienen esperanza alguna de subir en el escalafón social. La mejor receta yace en empoderar a las personas reconociéndoles sus derechos de propiedad y eliminando regulaciones burocráticas que mantienen a entre 40 y 60 por ciento de los latinoamericanos trabajando en el sector informal, el cual es relativamente improductivo. Reid malentiende este fenómeno cuando sugiere que las principales causas de esta informalidad son la falta de creación de trabajos en el sector formal y una abundancia de trabajadores con poca preparación.
Mientras que el autor destruye los mitos populistas, él refuerza otros propagados por el establishment en Washington. Algunos de los mitos repetidos a través del libro: El sistema de convertibilidad de Argentina en los noventa hizo que las exportaciones fueran poco competitivas al atar el valor del peso con aquel del dólar (en realidad, durante la convertibilidad, las exportaciones del país aumentaron cada año con la excepción de uno); los gobiernos están mal posicionados para proveer los servicios básicos y la infraestructura a menos que recauden más dinero por concepto de impuestos (aunque él luego admite que el gasto público actual es altamente ineficiente); el sistema de pensiones privadas de Chile tiene serios problemas de cobertura que requerirán de un esquema complementario de pensiones estatales (de hecho, la cobertura en el sistema privado está creciendo y es más alta que aquella del anterior sistema público al que reemplazó).
También preocupa la terminología utilizada: Los “Chicago Boys” de Chile son denominados tanto como “liberales” así como “neoconservadores”. El dictador cubano Fulgencio Batista formó un gobierno de “inspiración socialista y liberal radical”. A los estudiantes universitarios se les hará difícil discernir el verdadero significado de estos términos.
A pesar de estas falencias, El Continente Olvidado (Forgotten Continent) provee un rechazo contundente al populismo y un fuerte llamado a que se den economías abiertas y democracias liberales. Pocos libros sobre América Latina presentan este argumento, haciendo así más valioso el esfuerzo de Reid para el debate actual. Sí, la región ha estado en gran medida fuera del radar del mundo desarrollado. Pero si ese es el precio de lograr la normalidad, al “continente olvidado” no le importará ser olvidado.
Esta reseña fue publicada originalmente en el Cato Journal, Volumen 28, otoño de 2008.

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