Publicado originalmente en Política Comunicada
Los debates políticos fortalecen la
democracia.
Washington, D.C. En estos días en que muchas organizaciones de la sociedad
civil y los organismos internacionales dedican tiempo a hablar de la teoría del
gobierno abierto, siendo algunos de sus estipulados los elementos de la
transparencia y la participación ciudadana, es necesario que no solo la gestión
pública sea abierta, también el ejercicio de las campañas políticas, porque el
buen desempeño de lo primero depende de lo segundo.
En dos meses la República Dominicana celebrará sus elecciones y aún queda
tiempo para debatir. Las encuestas, mítines, caravanas y manifestaciones
influyen en la percepción de realidad y se traduce en votantes que sufragan con
el corazón. Sin embargo, los debates de propuestas permiten a los ciudadanos
sentarse en familia frente al televisor mientras analizan los pros y contras de
determinado plan de gobierno, generándose
el uso de la cabeza y no del corazón a la hora de votar y surge un voto
consciente. Este es el llamado voto consciente, cuando conoces los proyectos de
tu candidato. Este es el beneficio que la política superficial de la guerra de
encuestas no brinda a ciencia cierta.
La honestidad
de un candidato se conoce en dos etapas de la carrera, durante la campaña y
luego de que pasa la luna de miel del gobierno. Si la sociedad aprende a conocer
sus candidatos en campaña, se evita la
decepción post-elección. Por esta razón, cuando vi la campaña que realiza la
Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), llamada #RDQuiereDebates, de
inmediato quise sumarme para que aprobemos la siguiente asignatura en nuestro
desarrollo político como país.
¿Qué significan los debates para la
democracia y por qué crean tanto pánico a los candidatos?
Un debate puede catapultar o sepultar una campaña, puede ser decisivo en los
países con tradición de análisis y debate. Tenemos el ejemplo del debate del año 1960 entre John Kennedy y Richard Nixon,
cuando este último con una experiencia de 8 años como vicepresidente lució
nervioso y difuso frente las cámaras,
llegando a sudar ante el joven senador de Massachusetts que se había preparado
para el encuentro, el resultado: el vicepresidente no sería presidente de los
Estados Unidos hasta 1969.
Considerando que la derrota de Nixon en el 1960 se desprende de los resultados
más cerrados (49.72% vs. 49.55%) en Estados Unidos desde el 1916, hay analistas
políticos que piensan que este debate pudo ser un factor determinante para que
el pueblo americano se inclinara ligeramente hacia Kennedy. Estas elecciones
siguen siendo motivo de controversia entre algunos historiadores. Con ese
margen tan estrecho, si Nixon hubiera descansado las horas previas al debate
como Kennedy hizo y se hubiera preparado como su adversario también hizo, tal
vez la historia fuera otra, Nixon hubiera ganado en el 1960, Kennedy seguiría
en el Senado hasta el 1969 cuando se convertiría en presidente, el caso Watergate
no hubiera ocurrido y el asesinato de Kennedy del 1963 no hubiera pasado,
hubiera muerto de vejez en la década del 90. Esto solo es un poco de
imaginación considerando el carácter caprichoso de la historia, un debate tiene
el poder de cambiar el rumbo de la
historia.
En la misma
época, República Dominicana había tenido un ensayo de debate televisivo entre
el profesor Juan Bosch y el padre Láutico García, en la campana electoral de
1962. Aunque
este debate fue para demostrar que no tenia ningun vinculo comunista, y no un
debate de propuestas y planes de gobierno entre candidatos. Es decir; que Juan Bosch no solo dejó la constitución más progresista
como legado, sino que después de 50 años y muerto, sigue siendo progresista aún
frente a la actual generación de políticos.
Los debates fortalecen la democracia y promueven el involucramiento ciudadano
de manera pasiva a través de la televisión o la radio, pero de forma activa y
decisiva en las elecciones. Claro, siempre y cuando el ciudadano se despoje de
la pasión partidaria y vote por la mejor opción para el país o por la menos
mala, como dicen algunos ya que el voto es secreto. Un debate es la oportunidad
perfecta para que un buen orador pueda brillar, pero si no tiene propuestas
concretas y definidas, el candidato de menos facilidad oratoria no debería
entrar en pánico siempre que conozca su programa de gobierno a profundidad.
El pánico generado por los debates puede deberse al modelo de campaña que algunos
países latinoamericanos han venido implementando por más de medio siglo,
contratan un equipo de asesores, preparan actividades multitudinarias, dan
discursos preparados y crean campañas publicitarias con spots grabados luego de
20 intentos. En cambio, en un debate las preguntas y respuestas se brindan en vivo
y nada se edita.
26 Jan 2008, Columbia, South Carolina, USA — Democratic presidential hopeful Senator Barack Obama speaks at a victory rally in Charleston, South Carolina. Obama won the South Carolina Democratic primary. — Image by © Stefan Zaklin/epa/Corbis
Los debates de Estados Unidos como caso
de éxito:
Caso interesante, los debates televisivos estadounidenses primero se producen
entre compañeros de partido y luego entre partidos. Desde el año pasado a la
fecha, entre el Partido Demócrata y el Republicano, juntos han realizado más de 20 debates, solo el Partido Republicano totaliza
12 debates. Esto son solo los debates de las primarias, aún falta por ver que
Donald Trump y Hillary Clinton se vean cara a cara en caso de ser los
candidatos.
Generalmente eligen
como escenario un Estado estratégico diferente para cada debate, seleccionan la
planta de una cadena televisiva de alcance nacional que patrocina el evento, o
un auditorio muy simbólico para el electorado de ese Estado. Los moderadores
son figuras conocidas del mundo periodístico y la televisión. Algunas de las preguntas provienen de
personas del público que asiste. Esta cadena de televisión va de manera
simultánea presentando los tweets de personas que desde su casa están participando
y dando seguimiento al evento y algunos de estos tweets son seleccionados como
preguntas de los televidentes. ¡Es todo un espectáculo de democracia!
Los debates no
son para retar a nadie, tampoco para rehusar a ellos porque se entienda que una
buena gestión habla más que un debate, simplemente en países desarrollados como
Estados Unidos, la tradición los ha
hecho obligatorios, ya que es la
oportunidad para que el pueblo vea sus líderes bajo presión y de manera
frontal, es decir, naturales.
Cuando la sociedad dominicana empiece a disfrutar de estos debates, veremos cómo se rompen
records de audiencia, pues esa noche los
debates tendrán más rating que las telenovelas. En la nación norteamericana, se vuelve tendencia en las redes sociales
cada detalle que un candidato dice durante el debate. Sabemos que un comentario
erróneo o acertado puede influir en las encuestas, pero la gente merece ese
show de entretenimiento y el pueblo se lo goza. ¡Las cadenas de noticias, ni se
diga! Recogen información suficiente para escribir durante una semana sobre los
aciertos y desaciertos de los candidatos.
¿Como evolucionar políticamente con los
debates como arma de campaña?
Los debates pueden ayudar a superar las grandes caravanas que dañan las calles,
maltratan los vehículos, consumen millones de pesos en combustible y dejan
heridos y muertos. Cuando en los debates se impone la capacidad
intelectual y las propuestas de nación, el materialismo derrochado en las
campañas políticas tiene poco efecto.
Los debates pueden cambiar el sistema de las funditas y canastas que
tranquilizan el hambre de hoy pero mañana vuelves a tener hambre y ya el
candidato se ha ido. Prefiero intercambiarle al candidato las canastas de
alimentos por propuestas concretas de empleo que sean explicadas en el debate y
cumplidas una vez se alcanza la posición. Los dominicanos tienen un espíritu y
facilidad de debate natural, especialmente para hablar de política y pelota. Al
traer a debate los temas críticos de nuestros pueblos y comunidades estaríamos
intercambiando ideas de nación.
@geovannyvicentr
Geovanny Vicente Romero es Abogado, Politólogo y Profesor universitario. Especialista en Políticas Públicas y promotor del Gobierno Abierto. Conferencista sobre temas de función pública y servicio civil. Director del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Premio de la Juventud 2015 del Distrito Nacional, por su Liderazgo Profesional y Político, otorgado por la Presidencia de la República Dominicana y el Ministerio de la Juventud. Sigue a Geovanny en Twitter @geovannyvicent
Fuente: Política Comunicada
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